Ser facilitadoras y madres / ser facilitadores y padres

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Por Karina Rodríguez S.

 

¡Qué privilegio es éste de ser madres/padres conscientes y responsables de la formación integral de nuestras hijas e hijos! Somos sus referentes y orientadoras. Somos las responsables de facilitar  herramientas, estímulos y oportunidades para que aprendan cómo y lo que ellos quieran y así mismo nosotros somos quienes aportamos mayormente en el desarrollo de la confianza en sí mismos y en los demás. El amor que les demos contribuirá significativamente en su seguridad para enfrentar la vida. La paciencia, ternura y serenidad con la que actuemos y sobretodo en los momentos difíciles, les fortalecerá su interior con paz y conexión profunda.

En mi opinión, los aprendizajes más relevantes para vivir una vida plena son aquellos que no se enseñan desde afuera; sino que se refuerzan en el interior. Nos encontramos ante una época desafiante como sociedad, necesitamos transicionar hacia algo distinto. Como padres y madres, es nuestra responsabilidad y enorme tarea re-pensar cómo se han venido haciendo las cosas y los paradigmas que se han ido implantando en nosotros y nuestros hijos y re-verlos a la luz de lo que ellos necesitan y enseñan.

La competitividad y productividad ya han arrojado resultados en los que la desesperanza, la discriminación y la violencia están presentes.  El acompañamiento desde el amor se vuelve una tarea fundamental. La facilitación de aprendizajes del espíritu y el corazón se convierten en materias imprescindibles en el diario vivir (nuestros hijos bien lo saben) y para ello debemos recordar ser por encima de todo padres y madres.

La presión, evaluación y disciplina que nos inculcaron en la escuela y en casa por alcanzar aquello que el currículo escolar exigía; es algo que necesariamente debe ser extirpado de raíz, principalmente en nosotros, si queremos niños y niñas cuyo éxito futuro brote de la gran fortaleza que llevan dentro y de las herramientas que hayamos aprendido juntos; para que así las semillas de los sueños que están en ellos germinen en tierra fértil; siendo ellos quienes los construyan.

Tuve la oportunidad de ser docente de centenas de adolescentes y jóvenes y pude observar mucha desesperanza sobreviviendo en un mundo que sentían que les iba a «comer vivos» sino estudiaban, eran los mejores y obtenían muchos títulos. Olvidando sus preciosos sueños, decidían cada día despertar a un mundo hostil desconectados de lo más profundo de su esencia; aquella que necesitamos recuperar para abrazarnos como humanidad y construir algo distinto. En fin, tenemos un gran desafío por delante; de la mano de nuestros hijos seguiremos descubriendo el camino.

 

Nota: Les recomiendo este video: https://www.ted.com/talks/robert_waldinger_what_makes_a_good_life_lessons_from_the_longest_study_on_happiness?language=es&utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare#t-29869

 

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Ruraykunata karanakushpa yachakuna – Aprendamos compartiendo los saberes

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Aprendamos compartiendo los saberes (practicar, ensayar)

Por: Likan Adriel Delgado Chuma

En una comunidad llamada La Posta, los niños nos reuníamos para pastorear las ovejas, más claro para jugar a nuestro gusto, los niños compartíamos lo que en casa sabían hacer, construir pequeñas casas, hacer sembríos (chacra), sistema de riego,   los que habíamos visto los carros construíamos carros, aviones a nuestro gusto, así nos permitíamos imaginarnos muchas otras cosas y situaciones.

Nuestros abuelos son conscientes de que mostrando cómo se hace o contándonos cuentos y anécdotas aprenderemos.

Cierto día mis abuelos me dijeron: Kunanka shuk rikuymi yachakunki, shinami yachakunakarka, imashinami pukllanapi kurinki shinallata, (Hoy aprenderás observando sólo una vez, así es como se aprende, como cuando juegas), no volvería a repetir. Me enseñaría como uncir al ganado: Alli rikunki (Observarás bien), y amarró el yugo a un toro, Yuguy, shukta (te toca uncir al otro toro), como había puesto en alerta mis sentidos, lo hice, Kayta yachakunatakurinki, ñukanchika may urkukunapika zapallallami yukush purini, (haz como si fueran oro estos aprendizajes, nosotros, se refiere a su generación, (al enseñar se habla poco en primera persona, YO) cuando estamos en el cerro  uncimos a los toros sin ayuda).

En una hallmana (deshierba), nos ordenamos: adulto, niño, adulto, adolescente, hombre, mujer, (shina chakrunakush shayarispami tupanakush, tupanakush, wawakunata aysash, tukuylla llukshinakachi) así como nos hemos ordenado, nos encontraremos los unos a un lado y los otros al otro lado, llevaremos a los niños y jóvenes hasta terminar. Nos encantaba porque las abuelas empezaban a hablar de algún tema, o contar de cada planta que se encontraba, de las piedras, de animales como el sapo, araña, lombriz, etc. los chistes que no faltaban, se nos hacía muy corto el tiempo.

Ahora siento y entiendo cuando mis hijas e hijo dicen “cómo quisiera que el sol permanezca  más, como quisiera que ya sea otro día para seguir jugando” en el hacer de aprendizaje enseñanza el chakaruna o chakruna (el tejido, puente, combinación entre seres) nos sirve como herramienta para compartir el aprendizaje y continuar aprendiendo.  

 

Comunidad de La Posta, Cañar, Ecuador.

 

Educar en casa, estar en casa todo el día

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Por María Eliza Acosta

El término homeschool o educar en casa genera algunas ideas, es común que en el imaginario salte «pasan todo el día en casa encerrados» y en contraposición nos hacen pensar que quizá las casas que habitan no están pensadas para pasar todo el día en ellas.

Educar en casa dentro del contexto de la desescolarización nos lleva tener una casa viva, es una casa que va hacia una estructura más democrática, cambia la idea del «cuarto de juegos» o el cuarto de televisión, para pensar en que cada espacio o rincón puede ofrecer una experiencia; donde el material, los juguetes, libros y a veces hasta dispositivos electrónicos tienen un lugar que facilite el acceso a nuestros hijos e hijas hacia el aprendizaje. La casa no lucirá como esas casas de portada de revista de diseño, pero cuando tienes la oportunidad de conocer una de estas casas es evidente que algo se está gestando y creciendo en los niños y niñas que lo habitan, es un orden caótico del aprendizaje.

Metodologías pedagógicas como Montessori proponen material diseñado para que el infante interactúe con él y permita autorregulación, donde luego de utilizarlo debe regresar al lugar, por respeto al espacio y al otro, pero a veces este material es costoso y nuestros hijos e hijas se embarcan en proyectos que pueden tomar días y hasta semanas y quizá esos principios no pueden regir rigurosamente en nuestro hogar, pero podemos apoyarnos en su material y metodología, siempre contando con la observación e intuición como partida, otra propuesta metodológica es Reggio Emilia, donde la libre circulación en espacios preparados y bien pensados para generar y evidenciar el aprendizaje de forma estética nos puede servir de inspiración para montar lugares en casa y la exposición de los logros alcanzados de cada uno de nuestros hijos e hijas, ya sean tangibles o no, donde la fotografía se convierte en una herramienta fundamental.

La educación en casa no se limita a las habitaciones o los espacios con los que cuenta la casa; incluyen patios, bibliotecas, museos, parques y naturaleza en sí. Los espacios exteriores vienen a ser extensiones en las que el/la guagua debe aprender a desenvolverse, he ahí que sean espacios seguros, adecuados, amigables, accesibles, donde el aprendizaje puede surgir en cualquier momento, damos énfasis a la iniciativa e intención.

Contrario de lo que se podría creer, la educación en casa, hace que nuestra vida sea muy intensa; la construcción o la creación de proyectos, salidas para encuentro de otros espacios o con otras personas sin límite de tiempo o espacio, nos deja muy agotados al final del día pero con una sensación de satisfacción que sólo hace que el día siguiente lo quieras volver a vivir.

La comunidad en la desescolarización

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Por Ma. Eliza Acosta

En el proceso de desescolarización, de no escolarizar o de no ir a la escuela, pueden surgir algunas inquietudes y en el caso de nuestra familia la primera inquietud que surgió fue el tema de la socialización; los amiguitos, los compañeros o las relaciones. ¿Cómo se iban a dar? porque conocemos la importancia y la riqueza del aprendizaje cooperativo, el valor del encuentro con otros en la diversidad y la necesidad de desarrollar la inteligencia interpersonal para que a su vez haya un desarrollo de la inteligencia emocional e intrapersonal, pero en esa reflexión nos dimos cuenta que esto no necesariamente se da en la escuela.

En el proceso de desescolarización como familia es una bendición, acierto o como se quiera llamar el encontrarse con otras familias, que quizá algunas veces con diferente óptica mantienen una visión similar y que sus motivaciones para desescolarizar son similares a las nuestras y que cuando empiezas a compartir tiempo, espacios, reflexiones y vivencias es inevitable se vayan convirtiendo en compañeros de camino donde las relaciones tienden a ser profundas, significativas o como mínimo son sanas, porque al parecer la construcción de una nueva cultura y un mundo mejor para nuestros hijos e hijas es un sentir compartido.

Existe esfuerzo y compromiso de quienes quieren formar una comunidad en este contexto, ya que en este encuentro con el otro también es un momento donde debemos deconstruirnos, aunque considero que esta es una tarea principalmente para los adultos, ya que venimos de experiencias que han minado esa capacidad innata de cooperar, superar protocolos o modos que no hacen más que llevarnos a relaciones superficiales. Esta construcción comunitaria nos invita a trabajar en nosotros mismos, en el desarrollo de habilidades como la comunicación no violenta, la autocrítica, el respeto, la tolerancia, la transparencia, la consideración y prudencia cuando estamos frente a otro individuo que también tiene una historia, una percepción propia del mundo y está lleno de anhelos.

Las relaciones en un espacio comunitario entre personas que desescolarizan son diversas y enriquecedoras, puesto no hay exclusividad en la edad para ello, el ambiente es propicio para que los y las infantes interactúen libremente entre ellos y con los adultos de su entorno, generando inevitablemente aprendizaje cooperativo, relaciones respetuosas y profundas, donde el juego es infinito, el acompañamiento cercano y la confianza en uno mismo y hacia los otros se van fortaleciendo.

Con el tiempo y el trabajo constante en la formación de la comunidad este espacio se convierte en un soporte para la deconstrucción y la construcción de un paradigma que busca no solo educar en la libertad sino también en la paz, porque la cooperación en lugar de la competencia nos brindaría un mundo mejor y nos permite recargar energías para no tener la sensación permanente que todo el tiempo estamos nadando contracorriente.

La desescolarización, una responsabilidad compartida

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Por Karina A. Rodríguez S.

La desescolarización no es solamente una opción educativa; es una opción de vida. Es una decisión que demanda muchos cambios y la principal ocurre en nuestros corazones; en la manera en cómo nos percibimos como seres humanos, como profesionales, como padres y madres, como hombres y mujeres.

En nuestra cultura patriarcal y machista, ésta tan normalizado el rol de «proveedor» de el hombre, que muchas veces «cargamos» como mujeres toda la crianza y en este caso, toda la educación de nuestros hijos. Asumiendo incluso que así debe ser, renunciando a nuestros propios intereses como mujeres, postergando hasta nuestras  necesidades. Con esto no quiero decir que no deban haber esfuerzo y renuncia. Sin embargo, el se atribuya este deber a la mujer; considero debe ser radicalmente de-construido.

En lo personal, estoy convencida de que la desescolarización abre una gran oportunidad para de-construir un sin número de perspectivas que el sistema por años nos ha inculcado. La de mujer-madre y hombre-padre, es una  de ellas. Quizás una de las más controversiales; pero así mismo fundamentales. Al fin y al cabo la desescolarización trae consigo un camino distinto, uno que permite construir narrativas propias que re-signifiquen nuestros roles, paradigmas, vidas.

En lo personal, no quiero seguir reproduciendo, desde la educación en casa, las desigualdades tan violentas entre géneros de nuestra sociedad y por lo tanto, estoy totalmente a favor de otra perspectiva: una que incluya al hombre en la crianza y educación y esto trasciende a la aportación en lo económico. Considero que necesitamos una perspectiva que nos empodere como mujeres más allá de la maternidad y que empodere  a los hombres más allá de la profesionalidad. 

El camino que debe ser transitado para despojarse del anhelo por reconocimiento, aceptación y valoración externa es duro; porque se trata de renunciar incluso a las expectativas propias y de la familia sobre el éxito profesional, el desarrollo personal, etc.

Sin embargo, caminar de la mano madre y padre en la incierta pero preciosa aventura de la desescolarización, construye para nuestros hijos e hijas caminos de igualdad, de compromiso y de responsabilidad compartida entre hombres y mujeres; abriendo así también sendas para el florecimiento de cada miembro de la familia.

 

 

Nota: Recomiendo este canal de muy ricas y profundas reflexiones: http://thevoluntarylife.com/ y reflexiones sobre «vivir sin miedo» de Eduardo Galeano.

“MI MUNDO, ES UN MUNDO QUE CONSTRUYO CON OTROS”

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Por Andrea S. Peñaherrera H.

El ser humano, a lo largo de la historia, ha crecido y evolucionado en hordas, grupos, comunidades. En estas relaciones se han desarrollado formas propias de comunicarse posibilitando el intercambio de ideas, sentimientos, conocimientos, e incluso, a través del lenguaje se han definido formas de vivir, de pensar y de actuar, que de manera efectiva han direccionado el destino del ser humano sobre la tierra.

Desde el momento mismo de la concepción, los seres humanos empezamos a generar vínculos sumamente fuertes, primero con la madre, después con los sujetos más cercanos a nuestro grupo familiar y finalmente con nuestro entorno, con el mundo. Estos vínculos primarios son los que van a construir la base de nuestra identidad: (quiénes somos, a dónde pertenecemos, etc.)

Por tanto, somos seres eminentemente sociales, pues, la vida cotidiana en la que el ser humano se desenvuelve, está atravesada por la necesidad de establecer y mantener vínculos con los otros, dentro de una cultura y un quehacer.

Ese quehacer nos agrupa en comunidades, en común-unidades, que nos permiten crear sentidos de identidad; discurso que permite a las personas sentirse parte de algo y permite construirse a partir de la cultura. Es un proceso dialéctico que se construye en la alteridad.

La comunidad es, por tanto, ese escenario donde la vida cotidiana se desarrolla.

La psicóloga social argentina Ana Pampliega nos dice que “la forma de desenvolvimiento que adquiere día tras día nuestra historia individual, implica reiteración de acciones vitales, en una distribución diaria del tiempo, por eso sostenemos que cotidianidad es espacio, tiempo y ritmo. Se organiza alrededor de la experiencia, de la acción, del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi presente. La vida cotidiana nos muestra un mundo subjetivo, que yo experimento. Pero a la vez este mundo es intersubjetivo, social, compartido. Para cada uno de nosotros ‘mi mundo’ es un mundo que vivo con otros.” (Quiroga, 1982, pp. 13) Y yo añadiría, es un mundo que construyo con otros.

Ya que, en este camino de la desescolarización es fundamental volver a las hordas, a las tribus, a las comunidades. Porque, si bien es cierto que no somos seres aislados, nuestras relaciones sociales se han tornado a meramente funcionales: nos relacionamos en la medida que me resultas útil.

Entonces, nos encontramos solos en medio de un caos social y con infinidad de dudas y miedos que nos impiden generar cambios reales y concretos con relación a nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos e hijas.

Vivir la desescolarización en colectivo resulta, no sólo un apoyo emocional que, aunque fundamental, necesita también del soporte de una cultura de paz, que acompañe con amor y comprensión. Que permita sostenernos como una familia que busca el bienestar físico y psicológico de todas y todos sus miembros, haciendo frente a la cultura dominante que nos domesticó y limitó.

Hemos empezado ya a juntar hombros, estrechar manos, agrupar ideas y concretar acciones que afianzan nuestro deseo de tomar las riendas de la educación, pasar de concebir una educación “bancaria”[i] como diría Paulo Freire, hacia una educación autodirigida y propositiva.

La invitación está abierta para que nos sigamos sumando a esta minka tan necesaria para la construcción de un mundo de paz donde las diferencias nos complementen y el amor nos guie, así llegar a ser humanos libres y constructores de un presente más íntegro y un futuro saludable.


[i] En la educación bancaria hay dos tipos de sujetos diferenciados, el educador y el educando (el que es “educado”). El educador es el que sabe, el único que posee conocimientos. Es el que transmite sus conocimientos al educando. El educando recibe todos los conocimientos del educador, sin participar en el proceso, digamos que es como un archivador, en el que se depositan todo tipo de datos, que este va archivando. Esta educación se refiere a la realidad como algo estático, detenido, dividido, con contenidos totalmente ajenos al educando. El educador es alguien indiscutible que llena como un recipiente a los educandos siempre mediante la narración, dividiendo la realidad en segmentos desvinculados de la totalidad en la que tienen sentido. (Freire, 1975)

La desescolarización un compromiso de vida

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Por Karina Rodríguez

Ciertamente, son tantos los aspectos a tomar en cuenta cuando decidimos por este camino. En mi criterio, los aspectos internos son fundamentales.

Optar por la desescolarización es comprometernos con la vida misma; no con una parte de ella. Evidentemente, el compartir todo el día con nuestros hijos nos «descubre», nos desnuda por completo ya que es allí, en el día a día, donde sale todo lo que está dentro nuestro. Por lo tanto, nuestra sanidad interna, madurez emocional, herramientas para relacionarnos, etc…requieren un trabajo imprescindible y constante.

No podemos simplemente abandonarnos a la idea de que nuestros hijos crezcan «libres» asumiendo que esto es al azar, a lo que venga. Nuestro rol es fundamental, es nuestro amor y confianza en nosotros mismos y por ende en ellos, la tierra fértil en la cual florecerán. Nuestro rol es proactivo, nos convoca al constante crecimiento, a la observación continua, al aprendizaje ilimitado. Nuestra presencia es contención e inspiración, es humanidad comprometida con el cambio. Es apoyo constante que empodera permitiendo incluso la frustración y el error. Nuestro rol no es de evaluación, comparación, presión, ni juicio es de acompañamiento amoroso que conoce, viabiliza, abre caminos, ofrece herramientas y brinda oportunidades. Nuestra palabra no elogia para no crear vicios a la motivación externa, nuestra palabra valida, orienta, acaricia.

Este camino conlleva un compromiso a ser la mejor versión de nosotros mismos. Lo hacemos movidos por nuestras hijas e hijos, pero principalmente lo hacemos por nosotras porque nos merecemos evolucionar.  Nuestros hijos necesitan crecer en un ambiente de amor, seguridad, de ternura, de buen trato, de amabilidad y de humildad; en un ambiente que brinde lo que la sociedad adolece. Necesitan aprender a confiar en sí mismos y en los demás seres humanos; requieren herramientas para relacionarse, resolver conflictos y lo harán siguiendo nuestro ejemplo.

Fui docente y consejera de centenares de adolescentes y jóvenes y vi la desesperanza e incertidumbre con la que afrontan la vida y el futuro. Estoy convencida, de que este mundo necesita niños y niñas que crezcan con fe en la humanidad y esperanza en el futuro. Serán éstos junto al amor, los motores que los mantendrán viviendo plenamente, construyendo alternativas a lo establecido.

¡Por nuestras hijas e hijos, por las futuras generaciones, por nosotras y nosotros mismos, empecemos siendo el cambio que queremos ver!

 

NOTA: Recomiendo los videos y libros de SERGIO SINAY, ensayista, narrador y periodista. Investiga y escribe sobre vínculos humanos, temas existenciales, sociales y filosóficos: https://www.sergiosinay.com

Vilcabamba- caravana de reconocimiento RED MUSHUK AWAY

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Por Juan Pablo Andrade

Tomando a la educación como eje rector de las jornadas, muchas voces expresaron, lo que el tiempo va reconociendo, la implementación y acompañamiento en metodologías educativas que brindan la responsabilidad y confianza del aprendizaje, formación e interrelación con el medio social en las niños y niñas, en los adolescentes y jóvenes, y en una especie de reencuentro con la educación a través del desaprendizaje de personas adultas que gestan los espacios. Nombres, citas, bibliografía, activaciones, actividades se comparten y se cuestionan, pero al final el sentido de cuestionar al sistema a través de la muestra integridad humana básica en amor y convivencia permiten reconocernos como iguales y disfrutar de la jornada, acompañado de naturaleza, energía y la fuerza que brinda el grupo para proyectarnos hacia utopías, y como dice el poema “cada vez más nosotros y menos del azar”.

Al final el encuentro recae en la reflexión interna y personal mientras se comparte la comida, y de preguntas, si no habría todo ese ruido hecho por wawas corriendo, riendo, saltando y hablando, ¿sería lo mismo? Y nuevamente la pregunta sobre la finalidad de la educación.

La invitación a formar parte de la red siempre está abierta y el tiempo para la acción siempre será el ahora. https://mushukaway.weebly.com/

Link sobre el hermoso lugar que nos acogió: http://chambalabamba.org/

 

 

Desescolarización; ¿asumiré sola esta responsabilidad?

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Por Karina Rodríguez

El término desescolarización, evoca en mí «sacarnos la escuela de adentro» y en realidad todo lo que en este sistema educativo converge. Incluso y sobretodo la idea de competencia, dependencia y dominación que nos enseñan con palabras y acciones. Paradigmas que lamentablemente llevamos dentro y reproducimos a la hora de criar, aprender y acompañar procesos educativos, relacionarnos con los demás en especial nuestros hijos y nuestras parejas y hasta en las maneras en cómo nos valoramos a nosotras mismas como madres.

Sé muy bien que nuestra sociedad latinoamericana está llena de excelente ejemplos de patriarcalismo y machismo y he observado claramente cómo éstos males son perpetuados no solo por hombres, sino incluso por las mismas mujeres. Aceptando el rol que ha sido impuesto por tradición o porque no hemos llegado a sanar y empoderarnos de una verdadera feminidad.

Cuando pensamos en educar sin escuela, debemos re-pensarnos como familia, los roles que hemos asumido como padres y madres. Nos han enseñado que son los hombres los proveedores y las mujeres quienes cuidan de los hijos y la casa. ¿Verdaderamente tiene que seguir siendo así? ¿Podremos encontrar maneras de compartir estas responsabilidades? ¿Somos capaces de abrazar la paternidad o maternidad sin dejar de ser personas que crecen, evolucionan y florecen?

Mientras más conversaciones sostengo con distintas madres de distintas realidades familiares, más convencida estoy de que DEBEMOS re-construir una maternidad y paternidad que no siga reproduciendo estos modelos que tanto daño han hecho a nuestras sociedades y que tanta desigualdad siguen trayendo a nuestras familias.

Sería ilógico e injusto querer construir opciones educativas distintas para nuestros hijos sin re-pensar esta fundamental área del SER. Nuestras hijas e hijos merecen versiones equilibradas, armoniosas y justas de ser mujer y ser hombre. Merecen ver en el día a día el desempeño equitativo de tareas, de responsabilidades y compromisos de la vida (familiar, educativa, económica, etc). Merecen sobretodo padres y madres sanos que se relacionan en armonía.

 

Nota: les comparto un libro muy recomendado:

Haz clic para acceder a eisler-riane-el-caliz-y-la-espada.pdf

Alternativas educativas – romper la tradición educativa

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Por María Eliza Acosta

En la necesidad de buscar calidad educativa, los organismos reguladores han tenido que establecer estándares y normas de lo que se espera sea la educación y el perfil de quienes salen de ese sistema educativo.

Parcializando así la valoración de los logros de un educando, donde solo se potencia ciertas áreas de aprendizaje o características de la persona, que cuando llegan a lo que popularmente decimos vida real no son considerados suficientes.

Parece que la visión sobre educación sigue siendo la transmisión de conocimientos por todo lo que vemos está en el currículo y en la actualidad la producción del conocimiento es tan vertiginoso que esta tarea es imposible, entonces nos lleva a pensar que la única forma en que podemos enfrentar a esta realidad es acompañar a los chicos para que aprendan a aprender y seguir pensando que solo hay una forma de educar o de aprender nos limita completamente.

Gracias a postulaciones teóricas como inteligencias múltiples, aprendizaje ágil, pedagogía líquida, educación sustentable y formación integral, podemos comprender que podemos plantear alternativas en la estructura de la escuela, proponer diversidad en la metodología a emplearse en los espacios educativos, que hay otras formas de relación entre los actores involucrados: familias, educadores, estudiantes y comunidad, que la valoración y evaluación de aprendizajes no debe ser solo cuantitativa y sobretodo que podemos educar respetando al individuo, su realidad local y características del espacio en el que habita.

Tener alternativas y opciones educativas nos invitan a realizar una decisión consciente de lo que queremos y cómo queremos educar ya seamos educadores o familias y hasta cierto punto es permitir también que el estudiante también decida cómo quiere aprender. Para tomar esta decisión no nos queda más que investigar y exigir, haciéndonos también responsables, significando mayor compromiso y participación de los diferentes actores.

El generar alternativas educativas no concebidas como espacios extra sino como espacios reconocidos, respaldados y hasta promovidos permitirá no solo un enriquecimiento de la educación en general, si no que a su vez habrá una producción propia y contextualizada sobre educación.

Hablar de educación alternativa es confiar en la capacidad humana, capacidad comunitaria, reconocer el valor de los profesionales en educación, involucrar a la familia y transformar la teoría en buenas prácticas.

Necesitamos la creación de prácticas educativas alternativas para la creación de una sociedad diversa, tolerante y resiliente.

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Pensar en la tradición educativa es pensar en cómo fue planeada la escuela y en qué contexto se dio donde sin profundizar en aquella información me es necesario aclarar que fue una respuesta a la realidad del siglo pasado en la época de expansión industrial importante.

Para explicar la necesidad de romper la tradición educativa considero que podemos ir analizando algunos elementos de como está planteada la escuela.

Primero el currículo obligatorio, tanto el docente como la institución tienen la exigencia de conocerlo, cumplirlo y lograrlo y si bien si habla que quizá hay flexibilidad en ciertos casos, no le queda al docente que maniobrar con una serie de técnicas o estrategias para que el niño o niña vea que aprender ese contenido es importante, esto en los mejor de los casos, puesto siempre queda la vieja confiable de las calificaciones, donde el conductismo clásico de premio y castigo resulta ser la única salida. Entonces características humanas como la creatividad, la iniciativa, la motivación intrínseca y las intencionalidad  se pierden cuando te TOCA cumplir, porque a el docente y al alumno les TOCA hacer o aprender según lo que requiera el gobierno de turno o los iluminados de turno. Al trabajar por una calificación, que aparte de encasillar al individuo en un número, porque te conviertes en un 10 en un 8 o en un 7 según el rendimiento que tengas ante el criterio unilateral de un adulto, provoca que desaparezca esa necesidad de aprender a solo tener esa necesidad de aprobar, aunque eso implique que seas corrupto, perdiendo todo el valor de la evaluación que es retroalimentación.

Con respecto a la estructura, es impresionante la similitud que posee el diseño de la escuela con un centro de privación de libertad, si bien es por temor a la seguridad de nuestros chicos se han levantado muros, pero que no dejan de dar una sensación de encarcelamiento. La organización de las aulas clasificando por edades en pequeñas habitaciones, no hace más que limitar la socialización que quizá se espera se dé en 20 minutos en el recreo, ojo y eso que se considera que lo bueno de la escuela es el encuentro con otros, dudo mucho que se de una socialización sana, también en el aula cuentas con un espacio reducido de movilidad, cuando los niños para aprender necesitan jugar y mucha actividad y en los adolescentes la oportunidad de comunicarse con quienes le rodean para que por medio de la cooperación se genere aprendizaje.

Y creo que como último elemento a pensar es el uniforme que es como la representación de las normas establecidas y no construidas, donde no te queda más opción que acatar lo establecido y no eres el protagonista de lo que puede suceder en tu entorno, si se permitiera que los chicos puedan expresar libremente su particularidad, en lugar de pasar tanto tiempo verificando el cumplimiento de esas normas impuestas, podríamos generar procesos donde ellos mismos establezcan un sano funcionamiento y participación, donde refleja las particularidades promovemos la diversidad que lleve a la tolerancia y educación hacia la paz. Y bueno se dice que necesitaríamos otra cultura y realidad para cambiar la educación pero considero que debemos romper la estructura educativa para que nuestra cultura y realidad mejore.