
Pulsa la imagen para descargar el PDF
Agradecimientos a nuestros hijos e hijas que nos impulsaron a que lo que ya estaba en nuestros corazones: el gran sueño por un mundo distinto, empiece a ser una realidad que se construye día a día y junto a ellos. Gracias porque en el camino hemos descubierto gente valiosísima con quienes seguimos cuestionando, creyendo y caminando fuera de lo establecido; entre ellos, las parejas con quienes redactamos este primer módulo. Gracias a los padres y las madres cuestionadoras que con sus preguntas pusieron título y contenido a la mayor parte de este libro.
Nos quedan pocos ejemplares, escríbenos si quieres uno, la inversión es de $8. Además, tenemos la versión digital a $5,50.
Agradecimientos en el libro: A nuestros hijos e hijas que nos impulsaron a que lo que ya estaba en nuestros corazones: el gran sueño por un mundo distinto, empiece a ser una realidad que se construye día a día y junto a ellos. Gracias porque en el camino hemos descubierto gente valiosísima con quienes seguimos cuestionando, creyendo y caminando fuera de lo establecido; entre ellos, las parejas con quienes redactamos este primer módulo. Gracias a los padres y las madres cuestionadoras que con sus preguntas pusieron título y contenido a la mayor parte de este libro.
Escrito por: Andrea Peñaherrera y Karina Rodríguez
En diálogos grupales junto a adultxs (padres y madres) al reflexionar en el tema de «los patrones de la escolarización»; la palabra desconexión es una de las más frecuentemente mencionadas. Probablemente éste no es un objetivo intencional del sistema educativo. Sin embargo, sus lógicas terminan desconectándonos. Así con; el sistema de evaluación y su lógica de premio y castigo, el tiempo fragmentado y horarios que no respetan tiempos particulares, la clasificación del conocimiento y las metodologías que no honran el juego, la priorización en lo racional y la memorización , la enseñanza directiva e impositiva, la homogeneización de tantas diversidades humanas y de un mismo individuo, entre otras; terminan provocando desconexión, confusión, alienación, división y hasta insensibilidad.
Desde su nacimiento, un niño o niña intuitivamente empieza a buscar resolver sus necesidades básicas. Pero la sociedad adulto-céntrica responde y actúa en base a sus propios criterios de lo que un niño debe hacer, comer, aprender y hasta ser. De esta manera, imponemos alimentos, horarios, comportamientos, objetivos, y hasta tiempos para jugar; evitando el juego que aparentemente no es «productivo». Es así como, poco a poco, vamos desconfiando de sus intuiciones y capacidades innatas para vivir. Desconfiamos de la intuición que es «conocer desde adentro» y damos más valor a lo que viene de afuera.
La autora del Concepto Continuum, Jean Liedloff, escribe en su texto: “Mucho antes de convertirnos en algo parecido al homo sapiens, ya teníamos unos instintos exquisitamente precisos, expertos en cada detalle de la crianza de los hijos. Pero hemos conspirado para confundir este antiquísimo conocimiento de un modo tan absoluto que ahora recurrimos a investigadores para que se dediquen plenamente a resolver cómo debemos comportarnos con los hijos, entre nosotros y con nosotros mismos. No es ningún secreto que los expertos no hayan descubierto cómo vivir satisfactoriamente, pero cuanto más fracasan, más intentan llevar los problemas bajo la única influencia de la razón y rechazan lo que la razón no puede comprender o controlar.”[i]
La autora, quien basó su libro en la experiencia de observación a la comunidad indígena de Venezuela Ye’kuana, concluye que el ser humano ha abandonado su instinto, para guiarse únicamente por la razón, nuestros impulsos y necesidades vienen determinadas por necesidades creadas por la industria y mercado, y no necesariamente responden a las necesidades fundamentales del ser humano.
Miles de años nos hemos dejado guiar por, en palabras de Liedloff, “las infinitamente más refinadas e informadas áreas de la mente llamadas instinto.” Pero en los últimos años, con el surgimiento de la industria y el colapso de las comunidades, nos han hecho callar el instinto y dar paso a lo que el dinero puede comprar; porque las experiencias de nuestras abuelas, de nuestras madres, ya no nos son suficientes, o las desconocemos. No aprendimos a maternar sin tecnología, sin respuestas a nuestras dudas a un click, no aprendimos a mirar a nuestros/as hijos/as y entendernos en la confianza y la relación continua, porque la separación temprana nos corta toda posibilidad de conexión.
Por ello, cuando hablamos de desescolarización, innegablemente hablamos de apego, de lactancia materna a demanda, de colecho, de respeto y decisiones en conjunto, porque no podemos ser dictadores en la vida de otros seres humanos, mucho menos de nuestros/as hijos/as, porque queremos para ellos y ellas la oportunidad de aprender divirtiéndose, a tener la confianza suficiente en sí mismos y en su entorno para preguntar y explorar, para que se dejen llevar por su instinto de sabios investigadores y grandiosos seres humanos.
Video recomendado: https://www.youtube.com/watch?v=7fERX0OXAIY
[i] Liedloff, J. El concepto del Continuum. En busca del bienestar perdido. Editorial OB Stare. Cuarta edición. España, 2009. Pp. 47. Versión digital en: https://cabezasdetormenta.noblogs.org/files/2014/10/El-Concepto-del-Continuum.pdf
Por: Karina Rodríguez S.
Estoy convencida de que la educación no necesita más reformas, ya han habido muchas y otras más se siguen gestando y aparentemente ninguna llega al corazón del problema.
En mi opinión, primeramente necesitamos trascender el concepto de educación y empezar a utilizar el término APRENDIZAJE. Educación, connota que hay alguien que enseña y otro/a que aprende y para ello es necesario un espacio o tiempo definido. Aprender, en cambio, lo hacemos todo el tiempo, en todo lado, solos o acompañados.
Aprender es tan natural justamente porque hemos nacido con las capacidades para hacerlo; según Peter Gray (https://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Gray_(psychologist), son las siguientes:
Para volver a ser protagonistas de nuestros propios procesos de aprendizaje y así empoderar a nuestros hijos e hijas a ser protagonistas de los suyos; requerimos devolver la confianza al ser humano y su capacidad innata de aprender. Necesitamos volver a confiar en nosotras mismas y así confiar en nuestros hijos.
De esta manera, las pedagogías alternativas ofrecen valiosas reflexiones, recursos y materiales. Sin embargo; regresar a lo natural y elemental del aprendizaje, es una invitación a re-pensarla desde otro molde. Es una exhortación a no interferir. A facilitar procesos, quitando los obstáculos necesarios para que nuestros hijos e hijas aprendan cuando, cómo y lo que necesiten. Retornar a lo natural y elemental nos convoca hacia una constante desescolarización de aquello que la escuela nos instruyó, la crianza nos domesticó y lo que el sistema nos engañó.
Mientras eso no suceda, seguiremos marcando sus tiempos, sus intereses y a la final, sus vidas. Esta sociedad requiere de adolescentes y jóvenes protagonistas, conocedores de sí mismos, conscientes de sus habilidades, debilidades e intereses personales. Personas que hayan desarrollado herramientas de vida que les permita confiar en sí mismas y los demás.
Fui docente y consejera de centenares de jóvenes y en sus ojos se veía la desesperanza por saberse responsables del «futuro del mundo», con la enorme presión por llenar la lista por la que serán evaluados: tener mucho conocimiento, ser muy competitivos y adquirir el mayor número de títulos. Estos jóvenes tenían serios períodos de depresión, baja autoestima, escasa o nula conexión con lo más valioso de sí mismos y por tanto de la vida misma. Creyéndose lastimosamente la mentira que tantas veces les han dicho: «estudia porque sino no serás nadie».
Estoy comprometida con el cambio y éste empieza en mi hogar, ¿y tú?.
Video recomendado: https://www.youtube.com/watch?v=7fERX0OXAIY
Escrito por Karina Rodríguez S.
Siguiendo con la afirmación de que desescolarizar nos invita a «ser conscientes de que para aprender no se necesita de alguien que ejerza el rol de enseñar» que menciona mi compañera María Eliza Acosta en su último artículo en esta página. Quisiera ampliar este tema del aprendizaje sin alguien que dirija como en se acostumbra en un curso tradicional.
Existen maneras auto-didácticas como la investigación, la observación-experimentación y elaboración de proyectos. Todas éstas son maneras naturales de aproximarnos hacia algo que deseamos aprender más a profundidad. Podemos como padres y madres, reforzar éstas modelándolas primeramente en nuestras vidas como adultos autodidactas.
Para lo cual, es fundamental que recobremos nuestra propia pasión por aprender. Esta pasión innata que se perdió, confundió o apagó debido a la fuerte manipulación que realiza el sistema educativo para enseñarnos aquello que debemos saber. Desestructurarnos primeramente nosotros nos convoca a volver a jugar. A recobrar este entusiasmo que solía llevarnos de niñxs a investigar, observar, experimentar, APRENDER jugando. Jugar e intentar, rompiendo aquellos miedos que nos inculcaron con el sistema de evaluación; recobrando la motivación intrínseca. Aquella fuerza que desde adentro nos movía a jugar sin importar equivocarnos, ni perder o que no sea algo productivo; sino que simplemente nos haga felices.
Quisiera ilustrar con un ejemplo personal, sobre mi proceso con la pintura que siempre fue algo que amé pero desde lejos. En la escuela desde pequeña me hacían pasar a la pizarra para dibujar y lo hacía con tanto entusiasmo y facilidad; hasta que empezaron a calificarme por ello. Mi motivación que era el simple acto de dibujar, empezó a confundirse con la valoración de mis profesoras. Luego los comentarios que me invitaban a la perfección de mi padre me hicieron sentir miedo a «no dar la talla» porque él, mi padre, realmente pintaba y dibujaba increíble. Pasaron un sinnúmero de situaciones, pero en resumen; ahora que tengo 36 años, puedo contar que hace un año empecé a intentar pintar sin miedo a equivocarme, arruinar el lienzo o pared y sin miedo a los juicios o valoraciones externas. Cada vez siento como se va soltando mi mano y empieza a fluir con mi corazón y voy JUGANDO a pintar. Espero que pronto llegue el día en el que pintar sea tan libre y tan auténtico como jugar a pintar es para mis hijos.
Regresando al tema de aprender cuando hay alguien que te enseña; no es lo mismo descubrir, experimentar o crear – JUGANDO. Mi hijo aprende a tomar fotos y a todo lo que puede hacer con la cámara, mientras juega a capturar imágenes y cada vez lo hace mejor y sin guía, sin explicaciones técnicas, ni cursos de fotografía. Así también, mi hija puede pasar horas experimentando en una «mesita de ciencia» que dispuse con colorantes y otros productos seguros; jugando a hacer ciencia.
Así como es de vital que nos lancemos a jugar, también es necesario que perdamos el miedo a que nuestros hijos jueguen todo lo que necesitan jugar, que intenten aún si desordenan o ensucian o parece que no llegan a ningún objetivo concreto. Al fin y al cabo, el juego libre no tiene un objetivo, a veces incluso parece no tener conexión directa con nada realmente significativo, pero lo es. Es la única manera en la que nuestros hijos e hijas realmente aprenden y nosotros también: CUANDO HAY ENTUSIASMO, CUANDO HAY JUEGO.
Nota: Les comparto este artículo: https://www.self-directed.org/tp/ninos-auto-dirigidos-padres-escolarizados/ y esta secuencia de entrevistas: https://www.youtube.com/watch?v=-Y_lQNJPE6s&t=2537s
Por: Karina Rodríguez
«El entusiasmo es el verdadero motor del aprendizaje» – André Stern
No podemos hablar de un verdadero aprendizaje, si no hay entusiasmo. El entusiasmo está profundamente relacionado al interés, motivación, deseo, pasión, ganas, entre otras. Existe en primera instancia, algo que me impulsa, me mueve, me moviliza a buscar más sobre aquello que ha llamado mi atención y sobre lo cuál deseo saber más.
Así es cómo aprendí a ser madre, motivada desde adentro por cuidar de la mejor manera posible a estas pequeñas criaturitas que se convirtieron en mi mayor responsabilidad y mejores maestros. Seguramente, sin esta necesidad y anhelo, no hubiese jamás aprendido nada sobre maternidad. De hecho, antes de decidir ser madre, me interesó muy poco el tema, ni siquiera la infancia, crianza ni educación. En esta aventura en la que me embarqué hace más de 5 años y es constante, cotidiana y vivencial; han sido varias las herramientas de aprendizaje; entre ellos: libros, videos, pequeños cursos o talleres, diálogos con otras madres viviendo la misma experiencia y por supuesto la observación diaria conociendo a mis hijxs aprendiendo con ellos y de ellos.
De la misma manera, ocurre en nuestros hijos e hijas. Simplemente, la necesidad y el entusiasmo por ser parte de la sociedad que les rodea les lleva a aprender a hablar y más tarde a leer y a escribir; entre otras innumerables habilidades que adquieren para relacionarse.
Por lo tanto, pensar en desescolarización, sin permitir a nuestros hijos escoger las maneras en cómo aprenden; sería como hablar de ejercer ciudadanía y sólo permitirnos votar por alguien y luego no dejarnos hacer nada más. Cada niño y niña tiene una manera de aprender distinta y así en cada área de su vida. Es por ello, que estandarizar una sola manera de aprender ha traído los resultados que ya estamos viendo en el sistema escolar y no queremos reproducir convirtiendo la educación en casa en una escuela en casa.
El otro día encontré a mi hijo «leyendo» atentamente algo en su libreta y luego escribiendo en una hoja, como quien repasaba algo. Le pregunté qué era lo que estaba viendo y me enseñó sus propios apuntes de números del 1 al 20. Los había hecho con la ayuda de su abuelita, para aprender su orden y su forma. En la casa, hay varios recursos para «aprender» sobre números; sin embargo, él prefirió idear su propia manera de aprender a contar. Un día lo sorprendí contando hasta 150 y escribiendo ya varios de ellos. Los números siempre le llamaron la atención, no fue algún anhelo en particular nuestro de «meterle» los números; de presionarlo a que ya cuente, creyendo que ésto sería aprender lo básico de matemáticas. Fue su sincero gusto por los números y porque desde chiquito los relacionaba con objetos y contaba todo lo que podía. Hoy por hoy, hace algunas sumas y restas con maneras que él mismo ha creado para hacerlas.
Por consiguiente, extiendo la invitación a confiar en nuestros hijos e hijas. A confiar que son seres que nacieron apasionados por aprender; lo han demostrado desde que nacieron y lo seguirán haciendo si lo permitimos. Si nuestra presencia en lugar de interferir, imponer y obligar; empodera, quita obstáculos y viabiliza. Si nos desescolarizamos primeramente nosotrxs, recordando que aprendemos de distintas maneras; aceptando que hay varias herramientas y que ellos sabrán encontrarlas, y lo harán con entusiasmo.
Nota: Recomiendo este video de un adulto que jamás fue escolarizado: https://www.youtube.com/watch?v=eB0q5NCrjfU
Por Karina Rodríguez S.
¡Qué privilegio es éste de ser madres/padres conscientes y responsables de la formación integral de nuestras hijas e hijos! Somos sus referentes y orientadoras. Somos las responsables de facilitar herramientas, estímulos y oportunidades para que aprendan cómo y lo que ellos quieran y así mismo nosotros somos quienes aportamos mayormente en el desarrollo de la confianza en sí mismos y en los demás. El amor que les demos contribuirá significativamente en su seguridad para enfrentar la vida. La paciencia, ternura y serenidad con la que actuemos y sobretodo en los momentos difíciles, les fortalecerá su interior con paz y conexión profunda.
En mi opinión, los aprendizajes más relevantes para vivir una vida plena son aquellos que no se enseñan desde afuera; sino que se refuerzan en el interior. Nos encontramos ante una época desafiante como sociedad, necesitamos transicionar hacia algo distinto. Como padres y madres, es nuestra responsabilidad y enorme tarea re-pensar cómo se han venido haciendo las cosas y los paradigmas que se han ido implantando en nosotros y nuestros hijos y re-verlos a la luz de lo que ellos necesitan y enseñan.
La competitividad y productividad ya han arrojado resultados en los que la desesperanza, la discriminación y la violencia están presentes. El acompañamiento desde el amor se vuelve una tarea fundamental. La facilitación de aprendizajes del espíritu y el corazón se convierten en materias imprescindibles en el diario vivir (nuestros hijos bien lo saben) y para ello debemos recordar ser por encima de todo padres y madres.
La presión, evaluación y disciplina que nos inculcaron en la escuela y en casa por alcanzar aquello que el currículo escolar exigía; es algo que necesariamente debe ser extirpado de raíz, principalmente en nosotros, si queremos niños y niñas cuyo éxito futuro brote de la gran fortaleza que llevan dentro y de las herramientas que hayamos aprendido juntos; para que así las semillas de los sueños que están en ellos germinen en tierra fértil; siendo ellos quienes los construyan.
Tuve la oportunidad de ser docente de centenas de adolescentes y jóvenes y pude observar mucha desesperanza sobreviviendo en un mundo que sentían que les iba a «comer vivos» sino estudiaban, eran los mejores y obtenían muchos títulos. Olvidando sus preciosos sueños, decidían cada día despertar a un mundo hostil desconectados de lo más profundo de su esencia; aquella que necesitamos recuperar para abrazarnos como humanidad y construir algo distinto. En fin, tenemos un gran desafío por delante; de la mano de nuestros hijos seguiremos descubriendo el camino.
Nota: Les recomiendo este video: https://www.ted.com/talks/robert_waldinger_what_makes_a_good_life_lessons_from_the_longest_study_on_happiness?language=es&utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare#t-29869
Por Karina A. Rodríguez S.
La desescolarización no es solamente una opción educativa; es una opción de vida. Es una decisión que demanda muchos cambios y la principal ocurre en nuestros corazones; en la manera en cómo nos percibimos como seres humanos, como profesionales, como padres y madres, como hombres y mujeres.
En nuestra cultura patriarcal y machista, ésta tan normalizado el rol de «proveedor» de el hombre, que muchas veces «cargamos» como mujeres toda la crianza y en este caso, toda la educación de nuestros hijos. Asumiendo incluso que así debe ser, renunciando a nuestros propios intereses como mujeres, postergando hasta nuestras necesidades. Con esto no quiero decir que no deban haber esfuerzo y renuncia. Sin embargo, el se atribuya este deber a la mujer; considero debe ser radicalmente de-construido.
En lo personal, estoy convencida de que la desescolarización abre una gran oportunidad para de-construir un sin número de perspectivas que el sistema por años nos ha inculcado. La de mujer-madre y hombre-padre, es una de ellas. Quizás una de las más controversiales; pero así mismo fundamentales. Al fin y al cabo la desescolarización trae consigo un camino distinto, uno que permite construir narrativas propias que re-signifiquen nuestros roles, paradigmas, vidas.
En lo personal, no quiero seguir reproduciendo, desde la educación en casa, las desigualdades tan violentas entre géneros de nuestra sociedad y por lo tanto, estoy totalmente a favor de otra perspectiva: una que incluya al hombre en la crianza y educación y esto trasciende a la aportación en lo económico. Considero que necesitamos una perspectiva que nos empodere como mujeres más allá de la maternidad y que empodere a los hombres más allá de la profesionalidad.
El camino que debe ser transitado para despojarse del anhelo por reconocimiento, aceptación y valoración externa es duro; porque se trata de renunciar incluso a las expectativas propias y de la familia sobre el éxito profesional, el desarrollo personal, etc.
Sin embargo, caminar de la mano madre y padre en la incierta pero preciosa aventura de la desescolarización, construye para nuestros hijos e hijas caminos de igualdad, de compromiso y de responsabilidad compartida entre hombres y mujeres; abriendo así también sendas para el florecimiento de cada miembro de la familia.
Nota: Recomiendo este canal de muy ricas y profundas reflexiones: http://thevoluntarylife.com/ y reflexiones sobre «vivir sin miedo» de Eduardo Galeano.
Por Karina Rodríguez
Ciertamente, son tantos los aspectos a tomar en cuenta cuando decidimos por este camino. En mi criterio, los aspectos internos son fundamentales.
Optar por la desescolarización es comprometernos con la vida misma; no con una parte de ella. Evidentemente, el compartir todo el día con nuestros hijos nos «descubre», nos desnuda por completo ya que es allí, en el día a día, donde sale todo lo que está dentro nuestro. Por lo tanto, nuestra sanidad interna, madurez emocional, herramientas para relacionarnos, etc…requieren un trabajo imprescindible y constante.
No podemos simplemente abandonarnos a la idea de que nuestros hijos crezcan «libres» asumiendo que esto es al azar, a lo que venga. Nuestro rol es fundamental, es nuestro amor y confianza en nosotros mismos y por ende en ellos, la tierra fértil en la cual florecerán. Nuestro rol es proactivo, nos convoca al constante crecimiento, a la observación continua, al aprendizaje ilimitado. Nuestra presencia es contención e inspiración, es humanidad comprometida con el cambio. Es apoyo constante que empodera permitiendo incluso la frustración y el error. Nuestro rol no es de evaluación, comparación, presión, ni juicio es de acompañamiento amoroso que conoce, viabiliza, abre caminos, ofrece herramientas y brinda oportunidades. Nuestra palabra no elogia para no crear vicios a la motivación externa, nuestra palabra valida, orienta, acaricia.
Este camino conlleva un compromiso a ser la mejor versión de nosotros mismos. Lo hacemos movidos por nuestras hijas e hijos, pero principalmente lo hacemos por nosotras porque nos merecemos evolucionar. Nuestros hijos necesitan crecer en un ambiente de amor, seguridad, de ternura, de buen trato, de amabilidad y de humildad; en un ambiente que brinde lo que la sociedad adolece. Necesitan aprender a confiar en sí mismos y en los demás seres humanos; requieren herramientas para relacionarse, resolver conflictos y lo harán siguiendo nuestro ejemplo.
Fui docente y consejera de centenares de adolescentes y jóvenes y vi la desesperanza e incertidumbre con la que afrontan la vida y el futuro. Estoy convencida, de que este mundo necesita niños y niñas que crezcan con fe en la humanidad y esperanza en el futuro. Serán éstos junto al amor, los motores que los mantendrán viviendo plenamente, construyendo alternativas a lo establecido.
¡Por nuestras hijas e hijos, por las futuras generaciones, por nosotras y nosotros mismos, empecemos siendo el cambio que queremos ver!
NOTA: Recomiendo los videos y libros de SERGIO SINAY, ensayista, narrador y periodista. Investiga y escribe sobre vínculos humanos, temas existenciales, sociales y filosóficos: https://www.sergiosinay.com