Obligatoriedad, no obligatoriedad (educadores)

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Por Maria Eliza Acosta

Al salir del sistema educativo ya sea como educador o educando se tiene la oportunidad de observar algunas actitudes, situaciones y modos que quizá antes no se distinguían por la normalización de la misma en un ambiente de obligatoriedad.

Cuando la educación tiene la característica de obligatoriedad no solo lo es para los educandos, si no que también lo es para los educadores quienes tienen que cumplir con una serie de requisitos, diseñados por personas en situación de poder sobre su ejercicio profesional y laboral, siendo ellos quienes determinan también las características requeridas esperadas de un educador y con el agregado de que se considera evidente que su ejercicio profesional es gracias a la vocación.

Cuando independientemente de la profesión de quienes optamos por un sistema de acompañamiento de aprendizaje fuera del sistema educativo tradicional, sentimos la necesidad de informarnos más sobre educación, trabajar en nosotros mismo como seres humanos y en la obtención de habilidades para acompañar de la mejor forma a nuestros hijos e hijas en su aprendizaje, buscamos una serie de espacios formativos, ya sea en cursos, capacitaciones o talleres en los cuales es común encontrarnos con educadores que aún se encuentran en el sistema educativo tradicional y salta a la vista algunas situaciones.

El cumplir, estos talleres tiene un valor en tiempo de capacitación, el certificado suele ser un requisito para la continuidad laboral. La actitud o predisposición de los profesionales que realizan esta capacitación solo por cumplir u obligación es evidente, existe un comentario permanente de la poca aplicación de lo que se les propone en el curso, desacreditación de quien capacita en el caso de que ya conozcan el tema y su ausencia en el espacio, muchos manifiestan sobre el tiempo extra que están dando a su trabajo, que es tiempo para su familia y que podrían estar haciendo cosas que realmente les guste, al final solo necesitan el papel.

Relaciones interpersonales, dependiendo de la metodología unos espacios son mas participativos que otros, con trabajos en grupo o exposiciones y es evidente el poco trabajo cooperativo que hay, se siente un ambiente competitivo donde cada uno vela por si mismo, donde las ideas no son construidas colectivamente sino que prima la interpretación personal sobre la de los otros, donde temperamentos y personalidades se imponen, las tareas grupales son divididas y cada quien hace su parte por su lado y si hay quien no considere adecuado el trabajo de otro solo hay corrección, mas no hay diálogo para una construcción conjunta.

La educación está mal y hay gran culpa en los padres, trabajando en una metodología específica o una teoría educativa siempre salta la importancia del bienestar del estudiante, su realidad y que esta realización prima ante el manejo de los conocimientos, los educadores manifiestan que la educación está mal pero no es su culpa (el término utilizado es culpa), es culpa de las familias que no colaboran o están destruidas, dónde el rol y responsabilidad del docente ante el estudiante genera diferentes posiciones, en contextos educativos privados es evidente la ausencia de los padres y en los fiscales la falta de recursos, los educadores y familia están desconectados en los dos casos y existe una avalancha de cosas no resueltas en la profesión de la educación, como la inexistencia de un rol claro de la familia y comunidad.

Si bien no se puede generalizar esta observación si es una realidad docente en la educación tradicional que nos ha llevado a educadores y familias buscar otras opciones dónde nuestros hijos e hijas tengan encuentros con personas que amen lo que hacen, que estén en una constante búsqueda de mejorar personalmente y asuman la responsabilidad de su influencia en otros, en especial personas en formación.

Mucho de lo manifestado es resultado de un sistema que no es cuestionado y es repetido consciente e inconscientemente produciendo generaciones de victimas, dónde no hay una mirada autocrítica personal de cuan este sistema puede estar normalizado en nuestra cotidianidad y el efecto que tiene en la forma como nos relacionamos.

Es importante y emergente la apertura a alternativas educativas que no obliguen al individuo algo que está en su naturaleza.

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Cursos, sí, no, ¿Cuándo?

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por Ma. Eliza Acosta

Desescolarizar parte de la confianza en las capacidades, tema que lo hemos ido abordando, pero también parte de ser conscientes de que para aprender no se necesita de alguien que ejerza el rol de enseñar. El aprendizaje surge a partir de la interacción con otro individuo, sea mayor, par o menor, de una salida a un lugar o la interacción con algún material y la maravillosa presencia de libros.

En este proceso es común compartir con diferentes prácticas de familias en lo que concierne a cursos (actividades varias de una o dos horas por lo general en la tarde) y si bien no es prudente generalizar o dar una receta, no todo funciona igual para todos, si es importante plantearse antes algunas cuestiones.

1. El interés del infante, cuando se plantea la opción de cursos, que en algunos sectores existe una mayor variedad que otros, es bueno tener claro si ¿la decisión parte del verdadero interés o  necesidad auténtica del niño o niña?, o ¿parten de nuestra óptica? lo cual creemos es importante y necesario como aprender otro idioma, practicar algún arte o dominar un deporte, quizá aquellos anhelos que no suplimos en nuestra infancia y adolescencia las estamos proyectando ahora en nuestros hijos. En este contexto también está la presión de lo que se considera que debe hacer un niño o niña a cierta edad, al menos lo que respecta a lecto-escritura y matemáticas, si bien hay expectativas acorde a la etapa de desarrollo, la necesidad, el interés y un ambiente adecuado y sano serán más que estimulantes suficientes para que un niño/a quiera y pueda leer, escribir, calcular o realizar otra actividad.

2. Capacidad para mantener un compromiso, si bien la capacidad que poseen nuestros hijos e hijas para continuar una actividad en la cual decidieron participar depende de su interés, también depende de su edad y desarrollo particular, los más pequeños (3-6 años) al encontrarse en un momento de exploración pueden necesitar experimentar una vez o hacerlo repetidas veces, pero una vez logrado pueden ir en búsqueda de una nueva actividad (proceso que puede durar días o máximo semanas), al ser más grandes (6-10 años)  con una decisión más razonada se pueden mantener procesos más largos pero tendremos que distinguir en el momento en que deciden suspender la actividad si lo hacen por falta de interés o por la presencia de una dificultad o la exigencia de subir el nivel de rendimiento, lo que exigirá un esfuerzo extra y salir de su zona de comfort. En este punto es común el abandono de una disciplina, pero el dominio de la misma en algún momento requerirá un esfuerzo.

3. Metodología del espacio, al elegir el espacio extra al que van asistir nuestros hijos hay que tener muy presente que no todos los y las instructoras tienen la misma visión y estilo de acompañamiento del que hemos asumido, aunque haya un verdadero interés y compromiso en el infante ¿qué tanto estamos dispuestos a que nuestros hijos e hijas estén en un ambiente totalmente directivo y escolarizado? En algunos casos hasta con más rigurosidad que la escuela por características propias de la disciplina o el trato y forma de relacionarse con nuestros infantes, ¿vale la pena comprometer el proceso de autorregulación de nuestros hijos por el logro de una disciplina?.

En fin,antes de tomar una decisión o mantenerla hay que hacer un diálogo sincero entre todos y con nosotros mismos para tener claro las intenciones y ser respetuosos con los procesos.

Confiar en el proceso

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Escrito por Ma. Eliza Acosta

Varias dudas y temores pueden saltar en el proceso de desescolarización, al menos si se sale de un sistema regular tradicional educativo.

Estos temores pueden tentarnos a tomar decisiones inmediatas, impidiendonos tomar el tiempo necesario para un proceso desescolarizante como adultos y como familia. Sólo el hecho de salir de un horario poco amigable que impone la escuela toma tiempo. Autorregularnos y sintonizarnos acorde con nuestros sentires es un proceso consciente que exige reflexión y una de las razones por las que muchas familias decidimos salir de la escolaridad es para ponernos en sintonía con esos sentires, anhelos y expectativas propias.

Algunas personas y expertos sugieren que al menos toma un mes por cada año el desescolarizarse («Período de desintoxicación» https://goo.gl/uqkfmS https://goo.gl/bYmnKY), tiempo en que lo mejor sería no planificar gran cosa o evitar suplir las actividades de la escuela dentro de las dinámicas de hogar, este proceso como adultos generará una serie de estados emocionales e ideas que quizá se transformen en temores o remordimientos, siendo este un proceso normal y quizá necesario para repensar la decisión tomada, esta es una ocasión en la que podemos apoyarnos en nuestra comunidad, conversar las perspectivas, observar cómo otros también llevan el proceso, para fortalecernos y no dejar de confiar en nosotros y nuestros hijos e hijas.

En educación y crianza no se puede tener evidencias de aprendizajes relacionados a la educación formal (por lo general aprendizajes memorísticos y de entrenamiento) en cuestión de meses, a veces podemos pasar años sembrando y poco a poco solo con tiempo es posible ir evidenciando los frutos, siendo esto una postura que intenta desterrar la actitud de descarte e inmediatez a la que nos han llevado los tiempos actuales, donde utilizamos cualquier clase de artificios para obtener lo que queremos en la menor cantidad de tiempo o al instante, mientras que en educación y crianza hay procesos que requieren mayor tiempo o que en algunas personas podrán tomar años; pero si nuestro sentir e intuición nos dice que hay un estancamiento en algún proceso es justo poder valorar las razones de aquellas inquietudes, apreciar si realmente parte de nuestra percepción o es porque las condiciones a la que están expuestos nuestros hijos e hijas no son óptimas, llevando a darle dinamismo al contexto en el que somos participantes activos y llevándonos a una reflexión más profunda.

Les invito a apreciar el tiempo de otra forma, darnos la oportunidad de sentir, vivir, reflexionar y en el caso de nuestros hijos/as a observar sin prisas y a confiar en el proceso.

Educar en casa, estar en casa todo el día

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Por María Eliza Acosta

El término homeschool o educar en casa genera algunas ideas, es común que en el imaginario salte «pasan todo el día en casa encerrados» y en contraposición nos hacen pensar que quizá las casas que habitan no están pensadas para pasar todo el día en ellas.

Educar en casa dentro del contexto de la desescolarización nos lleva tener una casa viva, es una casa que va hacia una estructura más democrática, cambia la idea del «cuarto de juegos» o el cuarto de televisión, para pensar en que cada espacio o rincón puede ofrecer una experiencia; donde el material, los juguetes, libros y a veces hasta dispositivos electrónicos tienen un lugar que facilite el acceso a nuestros hijos e hijas hacia el aprendizaje. La casa no lucirá como esas casas de portada de revista de diseño, pero cuando tienes la oportunidad de conocer una de estas casas es evidente que algo se está gestando y creciendo en los niños y niñas que lo habitan, es un orden caótico del aprendizaje.

Metodologías pedagógicas como Montessori proponen material diseñado para que el infante interactúe con él y permita autorregulación, donde luego de utilizarlo debe regresar al lugar, por respeto al espacio y al otro, pero a veces este material es costoso y nuestros hijos e hijas se embarcan en proyectos que pueden tomar días y hasta semanas y quizá esos principios no pueden regir rigurosamente en nuestro hogar, pero podemos apoyarnos en su material y metodología, siempre contando con la observación e intuición como partida, otra propuesta metodológica es Reggio Emilia, donde la libre circulación en espacios preparados y bien pensados para generar y evidenciar el aprendizaje de forma estética nos puede servir de inspiración para montar lugares en casa y la exposición de los logros alcanzados de cada uno de nuestros hijos e hijas, ya sean tangibles o no, donde la fotografía se convierte en una herramienta fundamental.

La educación en casa no se limita a las habitaciones o los espacios con los que cuenta la casa; incluyen patios, bibliotecas, museos, parques y naturaleza en sí. Los espacios exteriores vienen a ser extensiones en las que el/la guagua debe aprender a desenvolverse, he ahí que sean espacios seguros, adecuados, amigables, accesibles, donde el aprendizaje puede surgir en cualquier momento, damos énfasis a la iniciativa e intención.

Contrario de lo que se podría creer, la educación en casa, hace que nuestra vida sea muy intensa; la construcción o la creación de proyectos, salidas para encuentro de otros espacios o con otras personas sin límite de tiempo o espacio, nos deja muy agotados al final del día pero con una sensación de satisfacción que sólo hace que el día siguiente lo quieras volver a vivir.

La comunidad en la desescolarización

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Por Ma. Eliza Acosta

En el proceso de desescolarización, de no escolarizar o de no ir a la escuela, pueden surgir algunas inquietudes y en el caso de nuestra familia la primera inquietud que surgió fue el tema de la socialización; los amiguitos, los compañeros o las relaciones. ¿Cómo se iban a dar? porque conocemos la importancia y la riqueza del aprendizaje cooperativo, el valor del encuentro con otros en la diversidad y la necesidad de desarrollar la inteligencia interpersonal para que a su vez haya un desarrollo de la inteligencia emocional e intrapersonal, pero en esa reflexión nos dimos cuenta que esto no necesariamente se da en la escuela.

En el proceso de desescolarización como familia es una bendición, acierto o como se quiera llamar el encontrarse con otras familias, que quizá algunas veces con diferente óptica mantienen una visión similar y que sus motivaciones para desescolarizar son similares a las nuestras y que cuando empiezas a compartir tiempo, espacios, reflexiones y vivencias es inevitable se vayan convirtiendo en compañeros de camino donde las relaciones tienden a ser profundas, significativas o como mínimo son sanas, porque al parecer la construcción de una nueva cultura y un mundo mejor para nuestros hijos e hijas es un sentir compartido.

Existe esfuerzo y compromiso de quienes quieren formar una comunidad en este contexto, ya que en este encuentro con el otro también es un momento donde debemos deconstruirnos, aunque considero que esta es una tarea principalmente para los adultos, ya que venimos de experiencias que han minado esa capacidad innata de cooperar, superar protocolos o modos que no hacen más que llevarnos a relaciones superficiales. Esta construcción comunitaria nos invita a trabajar en nosotros mismos, en el desarrollo de habilidades como la comunicación no violenta, la autocrítica, el respeto, la tolerancia, la transparencia, la consideración y prudencia cuando estamos frente a otro individuo que también tiene una historia, una percepción propia del mundo y está lleno de anhelos.

Las relaciones en un espacio comunitario entre personas que desescolarizan son diversas y enriquecedoras, puesto no hay exclusividad en la edad para ello, el ambiente es propicio para que los y las infantes interactúen libremente entre ellos y con los adultos de su entorno, generando inevitablemente aprendizaje cooperativo, relaciones respetuosas y profundas, donde el juego es infinito, el acompañamiento cercano y la confianza en uno mismo y hacia los otros se van fortaleciendo.

Con el tiempo y el trabajo constante en la formación de la comunidad este espacio se convierte en un soporte para la deconstrucción y la construcción de un paradigma que busca no solo educar en la libertad sino también en la paz, porque la cooperación en lugar de la competencia nos brindaría un mundo mejor y nos permite recargar energías para no tener la sensación permanente que todo el tiempo estamos nadando contracorriente.

¿Por qué unschooling?

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Escrito por María Eliza Acosta

Hay que entender que en todo el espectro de alternativas educativas y más aún en alternativas a la educación formal o escolarizada, el unschooling viene a ser el más representativo de los espacios de aprendizaje y desarrollo de los diferentes aspectos en niños, niñas, adolescentes, jóvenes e incluso personas adultas.

El aspecto que nos interesa en esta explicación va encaminado a los menores.

Se basa principalmente en confiar en las capacidades naturales de los pequeños, quienes en un entorno estimulante pueden desarrollar todas las habilidades necesarias para una vida; siendo individuos proactivos, motivados y reflexivos, todo siguiendo el único orden que es el mismo que impone el ritmo de vida de la familia y su entorno.

Es evidente en este punto tener en cuenta los temores y retos que impone el acercamiento o implementación de este proceso de aprendizaje, que requiere un continuo espacio de reflexión.

Así desde sus inicios como propuesta educativa, John Holt plantea una crítica y reflexión sobre el sistema educativo, poniendo de esta manera en debate las prácticas comunes en la enseñanza institucional, y busca rescatar las formas intrínsecas que motivan el aprendizaje en las personas.

Los temores y retos se van aclarando en la continua convivencia y acompañamiento que permiten generar hábitos y formas en las cuales se crean ambientes educativos cada vez más productivos que son resultado de la observación cercana al infante y que responde a sus inquietudes e intereses.

Es también un ejercicio constante de confianza en las capacidades a la familia nuclear y familia cercana, pero principalmente hacia nuestros hijos e hijas con quiénes compartimos y desarrollamos un camino. Es por ello que la alternativa educativa del unschooling tiene el potencial de generar seres humanos integrales, pero sobre todo más libres y felices, al no restringir espacios, intereses a la guía de un contenido esperado.

Los retos y temores se convierten en actividades por superar cada día. Y los avances en aprendizajes son hitos familiares y no solo una nota. Eso representa lo ´unschooling´.  

¿Homeschooling o unschooling?

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Escrito por Juan Pablo Andrade y Ma. Eliza Acosta

 

Existen posiciones, caminos, tendencias, cuestionamientos y postura educativas, políticas y sociales que definen distintas formas de educación fuera del ámbito escolar.

Es necesario entender que así como vivimos procesos de adaptación a las diferentes etapas de nuestra vida, también, las personas o familias que deciden salir del ámbito escolar llevamos nuestro proceso. A éste lo hemos denominado desescolarización, ya que no sólo lo atraviesan nuestrxs hijxs, sino todos los miembros de la familia alrededor de esta vivencia.

Desde los años 60’s fuertes corrientes de crítica al sistema escolar hiperestandarizado comenzaron a tomar fuerza, a éstos se los llamó teorías de desescolarización[i] de la cual se derivan muchas otras formas en las cuales entender la educación. Es difícil establecer una línea desde la cuál emergen los espacios desescolarizados o exactamente cómo se organizan todas las tendencias de desescolarización. Principalmente establecemos la posición de las familias en crítica y con propuestas alternativas a la educación formal propuesta por el estado que responde a intereses del estado de paso.

La tendencia de desescolarización que prescinde de esas guías de formación se la denomina unschooling, dada la traducción al español los términos deschooling y unschooling terminan abarcando lo mismo, aunque el unschooling proponga dejar a un lado un currículo establecido y confiar en la capacidad y necesidad de los niñxs de aprender.

Varios autores describen diferentes visiones desde las cuales acercarnos a estas temáticas, cuyos objetivos confluyen en el querer responder a las falencias que presenta la educación escolarizada. Algunos de ellos a saber; John Holt, Iván Illich, Mcluham, P Goodman, y un investigador que plantea estudios actuales Igelmo Zaldivar.

En fin, hay familias que optan por el homeschooling y deciden seguir un currículo, ya sea el propuesto por el estado o por instituciones que lo facilitan, en el caso de Ecuador son instituciones de carácter internacional que presentan mayor flexibilidad, dejando a criterio de las familias la forma cómo la van cumpliendo.

Las motivaciones de las familias por la desescolarización son diversas y partiendo de estas motivaciones se definirá si el homeschool es con o sin una guía curricular.

[1] Las teorías de la desescolarización surgen como crítica al sistema educativo. Como consecuencia apoyan, por un lado, la idea de sustituir la escuela por las alternativas que las incipientes tecnologías audiovisuales ofrecían al campo de la formación, ypor otro, la desaparición de la institución escolar. https://www.esfacilserverde.com/portal25/temas-verdes/educacion/24-temas-verdes/educacion/337-las-teorias-de-la-desescolarizacion

Desescolarización: ¿Para qué?

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Escrito por Juan Pablo Andrade

Sin partir desde dogmatismos, desde tendencias, desde exclusivas particularidades, ni desde posturas políticas de gobernanza. La exigencia y cumplimiento de derechos desde el núcleo (aún) primario de la sociedad, la familia, establecen necesidades por ser atendidas, nuevamente, lejos de lo prioritario material, aunque no necesariamente humano. Tales dictámenes que se nos presentan en cascada desde cúpulas administrativas, directivas o sociales no permiten definir un panorama alternativo para opciones de desarrollo humano que partan de propuestas sociales sencillas, a la vez que trascendentales y de profundo compromiso.

Desde estos aspectos a tomar en cuenta, la desescolarización como proceso de transformación y respuesta a la dinámica social imperante, pone bases en profundas convicciones y apegos a aspectos humanos que han definido nuestra manera de proceder y desarrollarnos desde los inicios como especie gregaria, como comunidad, como «civilización».

Plantear conceptualmente el proceso de desescolarización es representar una amplia gama de aspectos que van desde un simple sentimiento de apego, hasta una discusión filosófica sobre el propósito humano en la vida. Es replantear, o mejor dicho re-visitar ideales sociales en respuesta a brechas de desigualdad y exclusión vigentes y tangibles. Se requieren crear opciones de diálogo constructivo hacia el reconocimiento y mejora de este tipo de prácticas como forma de convivencia y de adecuada inclusión a las diversas realidades que hoy más que nunca, y mañana más que en el presente, se crean y moldean de la misma forma en la que se desarrolla la sociedad.

Nos reconocemos en nuestro compromiso dentro de la sociedad y es por ella, que nos reconocemos en los derechos que nos acompañan, para que en base a éstos podamos generar adecuadas y buenas prácticas no solo de educación, no solo de aprendizajes, no solo de enseñanza, sino de convivencia y de comunidad.

Lo que se nos presenta hoy, no es nuevo en los procesos de desescolarización pero sí es propuesta para ejercer libremente el verdadero acceso a una educación.