Por María Eliza Acosta
En la necesidad de buscar calidad educativa, los organismos reguladores han tenido que establecer estándares y normas de lo que se espera sea la educación y el perfil de quienes salen de ese sistema educativo.
Parcializando así la valoración de los logros de un educando, donde solo se potencia ciertas áreas de aprendizaje o características de la persona, que cuando llegan a lo que popularmente decimos vida real no son considerados suficientes.
Parece que la visión sobre educación sigue siendo la transmisión de conocimientos por todo lo que vemos está en el currículo y en la actualidad la producción del conocimiento es tan vertiginoso que esta tarea es imposible, entonces nos lleva a pensar que la única forma en que podemos enfrentar a esta realidad es acompañar a los chicos para que aprendan a aprender y seguir pensando que solo hay una forma de educar o de aprender nos limita completamente.
Gracias a postulaciones teóricas como inteligencias múltiples, aprendizaje ágil, pedagogía líquida, educación sustentable y formación integral, podemos comprender que podemos plantear alternativas en la estructura de la escuela, proponer diversidad en la metodología a emplearse en los espacios educativos, que hay otras formas de relación entre los actores involucrados: familias, educadores, estudiantes y comunidad, que la valoración y evaluación de aprendizajes no debe ser solo cuantitativa y sobretodo que podemos educar respetando al individuo, su realidad local y características del espacio en el que habita.
Tener alternativas y opciones educativas nos invitan a realizar una decisión consciente de lo que queremos y cómo queremos educar ya seamos educadores o familias y hasta cierto punto es permitir también que el estudiante también decida cómo quiere aprender. Para tomar esta decisión no nos queda más que investigar y exigir, haciéndonos también responsables, significando mayor compromiso y participación de los diferentes actores.
El generar alternativas educativas no concebidas como espacios extra sino como espacios reconocidos, respaldados y hasta promovidos permitirá no solo un enriquecimiento de la educación en general, si no que a su vez habrá una producción propia y contextualizada sobre educación.
Hablar de educación alternativa es confiar en la capacidad humana, capacidad comunitaria, reconocer el valor de los profesionales en educación, involucrar a la familia y transformar la teoría en buenas prácticas.
Necesitamos la creación de prácticas educativas alternativas para la creación de una sociedad diversa, tolerante y resiliente.
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Pensar en la tradición educativa es pensar en cómo fue planeada la escuela y en qué contexto se dio donde sin profundizar en aquella información me es necesario aclarar que fue una respuesta a la realidad del siglo pasado en la época de expansión industrial importante.
Para explicar la necesidad de romper la tradición educativa considero que podemos ir analizando algunos elementos de como está planteada la escuela.
Primero el currículo obligatorio, tanto el docente como la institución tienen la exigencia de conocerlo, cumplirlo y lograrlo y si bien si habla que quizá hay flexibilidad en ciertos casos, no le queda al docente que maniobrar con una serie de técnicas o estrategias para que el niño o niña vea que aprender ese contenido es importante, esto en los mejor de los casos, puesto siempre queda la vieja confiable de las calificaciones, donde el conductismo clásico de premio y castigo resulta ser la única salida. Entonces características humanas como la creatividad, la iniciativa, la motivación intrínseca y las intencionalidad se pierden cuando te TOCA cumplir, porque a el docente y al alumno les TOCA hacer o aprender según lo que requiera el gobierno de turno o los iluminados de turno. Al trabajar por una calificación, que aparte de encasillar al individuo en un número, porque te conviertes en un 10 en un 8 o en un 7 según el rendimiento que tengas ante el criterio unilateral de un adulto, provoca que desaparezca esa necesidad de aprender a solo tener esa necesidad de aprobar, aunque eso implique que seas corrupto, perdiendo todo el valor de la evaluación que es retroalimentación.
Con respecto a la estructura, es impresionante la similitud que posee el diseño de la escuela con un centro de privación de libertad, si bien es por temor a la seguridad de nuestros chicos se han levantado muros, pero que no dejan de dar una sensación de encarcelamiento. La organización de las aulas clasificando por edades en pequeñas habitaciones, no hace más que limitar la socialización que quizá se espera se dé en 20 minutos en el recreo, ojo y eso que se considera que lo bueno de la escuela es el encuentro con otros, dudo mucho que se de una socialización sana, también en el aula cuentas con un espacio reducido de movilidad, cuando los niños para aprender necesitan jugar y mucha actividad y en los adolescentes la oportunidad de comunicarse con quienes le rodean para que por medio de la cooperación se genere aprendizaje.
Y creo que como último elemento a pensar es el uniforme que es como la representación de las normas establecidas y no construidas, donde no te queda más opción que acatar lo establecido y no eres el protagonista de lo que puede suceder en tu entorno, si se permitiera que los chicos puedan expresar libremente su particularidad, en lugar de pasar tanto tiempo verificando el cumplimiento de esas normas impuestas, podríamos generar procesos donde ellos mismos establezcan un sano funcionamiento y participación, donde refleja las particularidades promovemos la diversidad que lleve a la tolerancia y educación hacia la paz. Y bueno se dice que necesitaríamos otra cultura y realidad para cambiar la educación pero considero que debemos romper la estructura educativa para que nuestra cultura y realidad mejore.