Cursos, sí, no, ¿Cuándo?

Estándar

por Ma. Eliza Acosta

Desescolarizar parte de la confianza en las capacidades, tema que lo hemos ido abordando, pero también parte de ser conscientes de que para aprender no se necesita de alguien que ejerza el rol de enseñar. El aprendizaje surge a partir de la interacción con otro individuo, sea mayor, par o menor, de una salida a un lugar o la interacción con algún material y la maravillosa presencia de libros.

En este proceso es común compartir con diferentes prácticas de familias en lo que concierne a cursos (actividades varias de una o dos horas por lo general en la tarde) y si bien no es prudente generalizar o dar una receta, no todo funciona igual para todos, si es importante plantearse antes algunas cuestiones.

1. El interés del infante, cuando se plantea la opción de cursos, que en algunos sectores existe una mayor variedad que otros, es bueno tener claro si ¿la decisión parte del verdadero interés o  necesidad auténtica del niño o niña?, o ¿parten de nuestra óptica? lo cual creemos es importante y necesario como aprender otro idioma, practicar algún arte o dominar un deporte, quizá aquellos anhelos que no suplimos en nuestra infancia y adolescencia las estamos proyectando ahora en nuestros hijos. En este contexto también está la presión de lo que se considera que debe hacer un niño o niña a cierta edad, al menos lo que respecta a lecto-escritura y matemáticas, si bien hay expectativas acorde a la etapa de desarrollo, la necesidad, el interés y un ambiente adecuado y sano serán más que estimulantes suficientes para que un niño/a quiera y pueda leer, escribir, calcular o realizar otra actividad.

2. Capacidad para mantener un compromiso, si bien la capacidad que poseen nuestros hijos e hijas para continuar una actividad en la cual decidieron participar depende de su interés, también depende de su edad y desarrollo particular, los más pequeños (3-6 años) al encontrarse en un momento de exploración pueden necesitar experimentar una vez o hacerlo repetidas veces, pero una vez logrado pueden ir en búsqueda de una nueva actividad (proceso que puede durar días o máximo semanas), al ser más grandes (6-10 años)  con una decisión más razonada se pueden mantener procesos más largos pero tendremos que distinguir en el momento en que deciden suspender la actividad si lo hacen por falta de interés o por la presencia de una dificultad o la exigencia de subir el nivel de rendimiento, lo que exigirá un esfuerzo extra y salir de su zona de comfort. En este punto es común el abandono de una disciplina, pero el dominio de la misma en algún momento requerirá un esfuerzo.

3. Metodología del espacio, al elegir el espacio extra al que van asistir nuestros hijos hay que tener muy presente que no todos los y las instructoras tienen la misma visión y estilo de acompañamiento del que hemos asumido, aunque haya un verdadero interés y compromiso en el infante ¿qué tanto estamos dispuestos a que nuestros hijos e hijas estén en un ambiente totalmente directivo y escolarizado? En algunos casos hasta con más rigurosidad que la escuela por características propias de la disciplina o el trato y forma de relacionarse con nuestros infantes, ¿vale la pena comprometer el proceso de autorregulación de nuestros hijos por el logro de una disciplina?.

En fin,antes de tomar una decisión o mantenerla hay que hacer un diálogo sincero entre todos y con nosotros mismos para tener claro las intenciones y ser respetuosos con los procesos.

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