Por: Karina Rodríguez S.
Estoy convencida de que la educación no necesita más reformas, ya han habido muchas y otras más se siguen gestando y aparentemente ninguna llega al corazón del problema.
En mi opinión, primeramente necesitamos trascender el concepto de educación y empezar a utilizar el término APRENDIZAJE. Educación, connota que hay alguien que enseña y otro/a que aprende y para ello es necesario un espacio o tiempo definido. Aprender, en cambio, lo hacemos todo el tiempo, en todo lado, solos o acompañados.
Aprender es tan natural justamente porque hemos nacido con las capacidades para hacerlo; según Peter Gray (https://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Gray_(psychologist), son las siguientes:
- Curiosidad: es la motivación interna que desde pequeñas nos lleva a aprender a movernos, a relacionarnos, a descubrir el mundo que nos rodea y es a través del juego que lo hacemos.
- Juego: es la fuerza o actividad que con entusiasmo somos convocados a practicar nuevas habilidades, solos o socializando.
- Socialización: denota las interacciones, intercambios y conexiones que vamos haciendo con otros y otras; para lo cual no es necesario un espacio específico.
- Planificación: es la capacidad que más se demora en desarrollar; pero que va afirmando en nosotras la habilidad de trazarnos objetivos, de «mirar hacia el futuro», de visualizar en perspectiva y trascender a la reacción ante los estímulos. (Mayor información en https://www.self-directed.org/sde/drives/)
Para volver a ser protagonistas de nuestros propios procesos de aprendizaje y así empoderar a nuestros hijos e hijas a ser protagonistas de los suyos; requerimos devolver la confianza al ser humano y su capacidad innata de aprender. Necesitamos volver a confiar en nosotras mismas y así confiar en nuestros hijos.
De esta manera, las pedagogías alternativas ofrecen valiosas reflexiones, recursos y materiales. Sin embargo; regresar a lo natural y elemental del aprendizaje, es una invitación a re-pensarla desde otro molde. Es una exhortación a no interferir. A facilitar procesos, quitando los obstáculos necesarios para que nuestros hijos e hijas aprendan cuando, cómo y lo que necesiten. Retornar a lo natural y elemental nos convoca hacia una constante desescolarización de aquello que la escuela nos instruyó, la crianza nos domesticó y lo que el sistema nos engañó.
Mientras eso no suceda, seguiremos marcando sus tiempos, sus intereses y a la final, sus vidas. Esta sociedad requiere de adolescentes y jóvenes protagonistas, conocedores de sí mismos, conscientes de sus habilidades, debilidades e intereses personales. Personas que hayan desarrollado herramientas de vida que les permita confiar en sí mismas y los demás.
Fui docente y consejera de centenares de jóvenes y en sus ojos se veía la desesperanza por saberse responsables del «futuro del mundo», con la enorme presión por llenar la lista por la que serán evaluados: tener mucho conocimiento, ser muy competitivos y adquirir el mayor número de títulos. Estos jóvenes tenían serios períodos de depresión, baja autoestima, escasa o nula conexión con lo más valioso de sí mismos y por tanto de la vida misma. Creyéndose lastimosamente la mentira que tantas veces les han dicho: «estudia porque sino no serás nadie».
Estoy comprometida con el cambio y éste empieza en mi hogar, ¿y tú?.
Video recomendado: https://www.youtube.com/watch?v=7fERX0OXAIY