Por Karina Rodríguez
Otra de las preguntas que suelen inquietarnos es ésta que al parecer en su planteamiento relacionar «libertad» con falta de orientación e intencionalidad.
¡Qué dilema nos causa pensar en el uso de los aparatos electrónicos! ¡No es para menos! Somos la generación de transición; recuerdo haber tenido computadora en casa a los 13 y celular a los 19. Ahora nuestros hijos e hijas han nacido con tecnología de punta y las preguntas son muchas:
¿Desde qué edad se recomienda su uso? ¿Cuánto es el tiempo prudente de uso?, etcétera.
No soy experta, pero he leído y considero que mientras más tarde «entren» a este mundo, mejor. Pero también soy realista y madre en una sociedad urbana y queramos o no, estos aparatos son herramientas de nuestra cultura que además bien usados, nos facilitan muchas cosas. Creo que esta es la manera en la que podemos orientar a nuestros hijos; no son aparatos para desconectarnos, distraernos, pasar el tiempo, ausentarnos, etcétera. Sino, son herramientas que nos permiten encontrar información, viajar, asistir a conciertos, shows, tomar fotos, comunicarnos con quienes amamos. Para lograr esto, está de más decir que primeramente para nosotros, padres y madres, debe ser así.
Por otro lado, es fundamental acompañarlos en sus exploraciones tecnológicas, observar y conversar de lo que se ve, mostrarles cosas acorde a su edad y que les enriquezca.
En cuanto al tiempo, considero que siempre es mejor lo menos posible; sin embargo, en mi experiencia y de la gente que tengo cerca si se maneja este tema con demasiado control, hay una tendencia a generar ansiedad y más tarde un apego exagerado (como vicio) a las pantallas. Además, si las usamos como premio o recompensa, sin duda las estaremos dando un valor altísimo en la vida de nuestros hijos, como objetos del deseo.
Parte de nuestra responsabilidad como facilitadores es generar ambientes seguros, estimulantes en los cuales nuestros hijos exploren libremente. Entonces, quizás lo mejor es «esconder» o usar lo que menos se pueda las pantallas porque cuando no están poco nos hacen falta. Incluso si tenemos la posibilidad de conectar con nuestros hijos y en especial en la naturaleza, realmente hasta se vuelven innecesarias. Incluso hasta la búsqueda de información que en este caso es a través de la observación.
A la final, es nuestra responsabilidad tomar una postura clara sobre este tema y quizás con la flexibilidad de ir modificando según las edades y responsabilidades que van adquiriendo. En especial, está en nuestras manos, no caer en la negligencia de pensar que libertad es permitir todo; ni tampoco que el control extremo de creer que este tema puede ser manejado de una manera muy distinta a otros sin tener consecuencias.