Conociendo a nuestros hijos

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Por María Eliza Acosta

Al decidirnos por la des-escolarización optamos también por confiar en las capacidades y particularidades de nuestros hijos e hijas y a su vez en las nuestras. Una de las frases que he escuchado regularmente a familias que ya van algunos años desescolarizando es «ahora conozco más a mis hijos y confío más en mí».

Siento que es natural que tengamos ciertos temores e inseguridades al enfrentar el aprendizaje de nuestros hijos. Temores que vienen programados por una escuela que nos enseñó que no somos capaces de hacer algo si no nos especializamos o estudiamos aquello, en este caso la docencia. Pero al preguntarnos ¿Quién conoce mejor a nuestros hijos? puede permitirnos abrir el panorama, puesto que nosotros como padres y madres hemos podido presenciar cada paso que han ido logrando nuestras hijas e hijos.

Las herramientas más poderosas con las que podemos contar son la intuición y la capacidad de observar, así podemos crear ambientes, facilitar procesos, acompañar aprendizajes y generar experiencias acorde a las necesidades e intereses de nuestros hijos e hijas. Pero para que esta observación e intuición tengan mayor fundamento es importante también revisar contenidos sobre desarrollo evolutivo e inteligencias múltiples.

El primero nos va a permitir comprender ciertas particularidades de cada edad, este estudio lo realizó Jean Piaget y Erick Erickson facilitándonos algunas pautas en cada etapa; puesto que el trato con un infante de 5 a 7 años no tiene semejanza al trato con un adolescente. Las escalas de desarrollo nos explican un poco como el ser humano va evolucionando en un ambiente óptimo y lo que se espera pueda realizar en ciertos márgenes de edad, entonces además de respetar los procesos personales mediante este conocimiento podemos canalizar nuestras expectativas para un mejor acompañamiento sin ser invasivos o indiferentes.

Al abordar el tema de las inteligencias múltiples cambiamos la percepción de lo que se ha creído es la inteligencia, para comprender mejor en la integralidad a la persona y las diferencias individuales cuando se trata de resolver un problema. Howard Gardner en su teoría nos propone una gama de las capacidades cognitivas que puede tener un ser humano y nos invita a valorar esas particularidades, que nacen de las características genéticas propias, el contexto en el que se desarrolla y la decisión a partir de sus intereses. Una visión más integral del individuo nos permitirá respetar y estimar las capacidades de los otros en este caso nuestros hijos.

Estas dos teorías, si bien no son las únicas, pueden facilitar la comprensión de nuestras hijas e hijos, superar temores e inquietudes y sobretodo pueden ser fuente de inspiración para la planificación de experiencias o la creación de espacios de aprendizaje.

Estas escalas e índices pueden ser un referente, más no una camisa de fuerza para catalogar el desarrollo de nuestros pequeños ya que el primer ejercicio que debemos hacer en este proceso es el de confiar.

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